Reseña escrita por Edgardo Araneda
“En el fondo de un estanque se hayan ocultos los siglos, lanzo del borde una pierda ¿removeré lo que ha sido?
El libro de Felipe sorprende, hasta diría desborda. Dotado de la cámara gran angular de su mirada crítica hace una revisión histórica de lo que ha sido el derrotero de la filosofía occidental desde la antigüedad griega hasta el paradigma de nuestros tiempos: la hipermodernidad. Diría incluso más, con pulso de cirujano, disecta el cuerpo enfermo de esta historia para realizar su análisis clínico pormenorizado. Sabe donde buscar. Sabe cómo llegar. Sabe donde punzar. Cuan necesaria es su intervención. Es curioso, pero resulta contradictoriamente grata y abismante su lectura: ilumina, pero también eriza la piel su claridad.
Al sumergirse en el tiempo y su misterio, descubre los dioses que gobiernan el devenir de nuestra humanidad en los últimos siglos. El Propio Enigma, como él lo denomina, término proveniente del latín aenigma, y que se refiere a aquella realidad, suceso o comportamiento que no se alcanza a comprender, o que difícilmente puede entenderse o interpretarse. Sin embargo, Felipe lo hace. Aun más, enigmas existen varios en la historia, sin embargo, estos son acotados en su extensión temporal y espacial. La ambición de Felipe es inmensamente mayor por la escala de su propósito.
Después de la sacudida inicial, el viaje. Primero, uno lejano. Me recuerda obra pictórica del pintor suizo Paul Klee , ‘El Ángel de la Historia’, obra que posteriormente el filósofo alemán Walter Benjamin se inspira para escribir un alucinante ensayo alegórico. El ángel que, con su rostro vuelto hacia el pasado, aterrorizado ante los acontecimientos y ruinas que observa, extiende sus alas y es empujado por un huracán hacia el futuro. Tengo la impresión de que mucho del desmoronamiento que este ángel observa, es lo que Felipe tan lucidamente nos cuenta en su reflexión histórica. Pero también, a diferencia del ángel de Benjamin, su visión resulta finalmente más optimista pues da algunas claves para encarar el futuro que, vaya paradoja, estas se encontrarían en nuestro propio pasado. Heidegger, Jung y Nietzstche y Artaud, son el candil que ilumina este camino de comprensión.
Un segundo viaje, más cercano. A partir de la lectura de este libro, resulta tremendamente sugerente preguntarse cómo nuestro pueblo se relaciona con sus propios enigmas y dioses que nos han gobernado desde tiempos primigenios, ‘cuando Dios estaba aun azul adentro del hombre’, según nos expresara el poeta Pablo de Rokha. Sin duda, nuestro país constituye de por sí un enorme enigma. O más bien, son muchos los que lo conforman. A modo de ejemplo, en relación a los terremotos ¿cómo entender nuestra encarnación como pueblo en el mito de Sísifo, como ya lo había observado José Ortega y Gasset tras su visita a Chile en 1928?, ¿cómo entender que nuestra existencia se dé sobre el lomo de un animal, que, al montar en furia, se sacude y deja en el suelo lo que a este pueblo le toma años levantar?, luego, ¿cómo entender la fortaleza del carácter de nuestro paisaje que supera por mucho la de nuestras gentes?, ¿cómo entender a nuestro país corniza cuya espalda es recurrentemente empujada al mar o el abismo?, y finalmente, ¿cómo entender el paradigma hipermoderno tan brutal del Chile de nuestros días?
El poeta y filósofo alemán Novalis, según Walter Benjamin dijo alguna vez con claridad: “La Ilustración, el reino de la Luz, ha forzado a los dioses a refugiarse en la noche.” Son los dioses de aquel tiempo, más aquellos de otras edades, los que Felipe ha liberado en hora buena de su refugio para poder ahora reconocernos en ellos.
Disponible en:
– Librería Ulises
(Lastarria 70, local 2)